Entre
los típicos nuevos propósitos del nuevo año, uno de los que he empezado con
buen pie, es el de dedicar un rato cada día a “cultivarme” en las redes. Léase,
navegar, curiosear, no borrar de forma automática y sí atender los mails de los
múltiples grupos a los que un día me apunté, leer artículos, debates,
tendencias y demás.
Y
debo admitir que sí, que enriquece de algún u otro modo, y que en realidad
añoraba esos momentos de cultivo auto-personal, que te hacen pensar, generar
opinión, aprender, y al final, escribir por querer compartir.
El
tema protagonista de hoy es eso de moda que le llamamos EMPRENDER.
A ver
señores, muchos y variados consejos…
- cómo escoger a tus socios,
- cómo evitar
errores básicos,
- la mejor manera de llegar a tus clientes potenciales,
- la
importancia de los contactos versus la idoneidad de la “idea”,
- o un debate
sobre si un no-emprendedor puede ejercer de formador a emprendedores.
Muy
sugestivo, pero - con perdón a las mil y una buenas intenciones, muy apreciadas
y respetadas – hartas veces más de lo mismo.
Podríamos,
para variar, explicar qué pasa en realidad.
Siempre
ha habido almas inquietas que se han activado y decidido el camino de ser
freelance o autónomo. ¿Alguien se ha fijado en la connotación de dichas
palabras? Freelance, independiente, “lanza libre”. Autónomo, auto-suficiente,
auto-gobernante.
Lo
que antes podía ser por decisión libre y opción de vida, ahora en la mayoría de
ocasiones nos vemos obligados a eso, no a ser “libres” sino a emprender. A
emprender nuevos caminos alternativos al derrumbe empresarial, a la decadencia
salarial, al menosprecio profesional, a las tendencias negativo-depresivas y a
las largas listas de desempleo. Todos conocemos muchos y variados casos.
Lo
que pasa es que muchas veces no sabemos a ciencia cierta lo que esto
representa, más allá de las listas de consejos prácticos que podemos encontrar
a tropecientos por la red. Menos aún
cuando nos vemos abocados a emprender por obligación, por supuesto con toda la
fe e ilusión del mundo mundial.
Como
decía un “conocido publicista”: “señores, olvidémonos de buscar trabajo y empecemos
a “crear” nuestro propio trabajo”. Eso sí, añadiría, no nos engañemos, el
camino no es fácil, falta mucho temple, muchas ganas y trabajo, muchas “ostias”
(con perdón), y por soñar que no quede que eso es gratis, pero para llegar a
parecerse siquiera un embrión de portento emprendedor mega exitoso y forrado,
de ahí al hecho, hay un buen trecho.
Qué
tal si además de lecciones, empezamos a contar experiencias.
Si además de
consejos generalistas, compartimos
ejemplos y casos de fracaso y éxito. Si además de motivaciones, empezamos a
tocar de pies en el suelo. Quizá, siempre de forma positiva - por si había
olvidado mencionarlo - ayudaríamos un poco más a dejar de frustrar ilusiones,
o… situaciones de ilusión alimentadas de la obligación, y un poco más a alimentar
las posibilidades y potenciar los recursos de los nuevos emprendedores.
Les
invito a ello, bloggers, contertulianos, consejeros, escritores, consultores. Y
me auto-invito a ello para próximas escrituras compartidas.
¿Alguien quiere
empezar?
(sin perder el optimismo, por favor).
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